Nota por Pía Marchegiani
Directora de Política Ambiental de FARN e Investigadora asociada al Programa de Estudios Globales de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO)

Somos testigos de un exacerbado optimismo alrededor de la minería de litio. Este mineral resulta un insumo clave para artefactos eléctricos (teléfonos celulares, computadoras portátiles, tablets) y vehículos a propulsión eléctrica (hídricos, eléctricos puros). Estos usos del litio han impulsado significativamente su demanda en la última década.

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Argentina ofrece comparativamente mayores facilidades para la instalación de proyectos mineros. Como parte del triángulo del cono sur del lito (junto con Chile y Bolivia) que alberga el 60% de las reservas de litio de salmueras, la forma de extracción actual más económica, es el único de los tres países en el que litio puede ser explotado libremente mediante concesión. 

En los países vecinos, en cambio, existen normas que, de distinto modo, impiden este libre ingreso a actores empresariales. Para Argentina no es novedad la presencia de empresas transnacionales en el sector minero. Sin embargo, la eliminación de las retenciones mineras en febrero de 2016 aceleró este proceso. Se
incrementaron significativamente los anuncios de explotaciones de litio y comenzaron a conocerse nuevos nombres de empresas interesadas.

Si bien la minería de litio es presentada por sus principales promotores como "menos agresiva" en términos de impacto ambiental en relación con la minería a cielo abierto, dicha comparación contiene al menos dos problemas. El primero es que equipara dos tipos distintos de minería, en la que no solo los minerales se extraen a partir de dos fuentes distintas (rocas y salmuera), sino que las técnicas de extracción así como sus contextos geográficos, geológicos, ecosistémicos y socio-cultural son diferentes. El segundo es que la aseveración de que la minería de litio genera “menos” impacto parece incluir la noción de escasa gravedad o menor riesgo ambiental.

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En esa línea es importante resaltar que la minería de litio no es inocua, y genera otra serie de impactos ambientales que no están siendo suficientemente estudiados. En particular, genera preocupación por el equilibrio de los delicados sistemas hídricos de la Puna en la que también existe agua dulce que alimenta las vegas y lagunas de la zona y constituye el medio de vida de las comunidades locales y la numerosa flora y fauna.

Los salares de la Puna, en la que se encuentra el litio, son cuencas endorreicas, considerados ecosistemas frágiles que poseen estrés hídrico a lo largo del año y albergan valiosísima biodiversidad. Expertos en el tema han recomendado analizar los impactos ambientales detenida y cuidadosamente. Sin embargo, en la mayoría de los casos se aprueban proyectos sin tener información suficiente ni estudios de base sobre el delicado funcionamiento de estos ecosistemas. En particular, no se realizan estudios hidrogeológicos integrales de toda la cuenca para determinar la relevancia y el tipo de impacto que podrá tener la sumatoria de todos los proyectados en conjunción con los usos de agua ya existentes.

Por otra parte, tampoco se tienen en cuenta las demandas sociales y preocupaciones de distintos grupos de comunidades indígenas que habitan en los territorios de la Puna. La llegada de las distintas empresas a los salares Argentinos, en particular en la provincia de Jujuy, generaron fracturas en los tejidos sociales, poniendo en relieve la enorme asimetría entre los actores. En muchos casos, las empresas lograron seducir a grupos de comunidades con escasos recursos y posibilidades.

Si bien hay grupos que reclaman participar de los beneficios de la actividad minera, hay otros que se oponen a ellas preocupados por los impactos que pueden generar en el agua, central para la reproducción de su forma de vida y valores culturales. Además, entre los reclamos se encuentra el respeto de sus derechos de participación y consulta en los procesos de toma de decisiones, ampliamente reconocidos en el marco jurídico argentino. Así, estas resistencias son movilizadas recurriendo a la justicia para que se garantice el respeto de estos derechos.

La gran competencia que existe por los mercados de litio llevó a que los distintos conglomerados que dominan el mercado pudieran posicionarse en lugares centrales para dominar las distintas etapas de la cadena de valor. Mediante la utilización de la figura de “joint venture” las empresas de litio o los consorcios mixtos se alían con empresas públicas o mixtas locales y con el sector automotriz, extendiendo sus portafolios empresariales. De esa forma se logra el acceso directo a las reservas de litio, asegurándose determinado volumen del producido (carbonato de litio, cloruro de litio) a precios más económicos que los del mercado mundial.

Frente al insuficiente abordaje de los aspectos ambientales y consecuencias sociales vinculados al litio, preocupa que la llegada de nuevos actores internacionales continúe profundizando este panorama.