*Por Valeria Carta Moglietta, coordinadora del Eje de Ciudades Sostenibles del Centro GEO.

Estos cambios de hábitos vienen emparentados, en un comienzo, con lo que se conoce como “estilos de vida saludables”. Luego se da paso a “estilos de vida sustentables”, un segundo nivel más sofisticado que involucra no solo un estilo de vida saludable, sino amigable con el medioambiente. Se torna indispensable reflexionar sobre la promoción de desplazamientos saludables para poder abordar los acuciantes niveles de congestión vehicular, de polución ambiental, de prevalencia del automóvil, en el marco de los ODS y los compromisos asumidos en el C40.

Al añadirse el concepto de “movilidad sustentable”, se aspira a una planificación urbana que restablezca el equilibrio entre todos los medios de desplazamiento (automóvil, transporte público, caminata, bicicleta), proteja el ambiente y que se articule a la planificación del desarrollo urbano y ordenamiento territorial.

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Las sociedades van transformando sus costumbres (sociales, laborales, recreativas, alimentarias) a través del tiempo. Ya no se considera al individuo en forma aislada del ecosistema que lo rodea. Se instaló paulatinamente la idea de “vida sustentable” a partir de procesos como el reciclado, la reutilización, el compostaje, el consumo responsable de los servicios públicos, una alimentación “sana”. Más aún, es posible identificar nociones básicas de movilidad sustentable en numerosos círculos sociales, decreciendo lentamente el flujo de usuarios de transporte automotor público y privado. En este sentido, se asocia el cambio cultural relacionado con la movilidad urbana sustentable al uso de la bicicleta.

La Ciudad Autónoma de Buenos Aires ha sido una de las pioneras en Argentina en la expansión de la movilidad sustentable, ya sea en cantidad de rodados por habitantes, en kilómetros de bicisendas y ciclovías, en tecnología aplicada a la política, entre otras. Este proceso se inicia en el periodo 1996-2000 (Jefes de Gobierno: De la Rúa-Olivera) con las primeras obras de infraestructura en el marco de la revitalización del espacio público. Con la crisis económica nacional, que abarca la etapa 2000- 2007 (Jefes de Gobierno: Ibarra-Telerman), la dinámica se desacelera para atender la emergencia social y retoma impulso en el período 2007-2015 (Jefe de Gobierno: Macri). En dicha gestión se destaca un retorno a operar el espacio público como vidriera nacional de las políticas públicas. Sin embargo, fue el período de gobierno 2015- 2019 (Jefe de Gobierno: Rodríguez Larreta) cuando la extensión de la red de ciclovías y la peatonalidad del espacio público adquieren mayor preeminencia en la gestión.

El incremento en el uso de la bicicleta fue impulsado por diversas políticas públicas en el ámbito de CABA, favoreciendo el crecimiento del parque de bicicletas. Paralelamente, se instrumentó un sistema de bicicletas públicas, denominado ECOBICI, que le reportó beneficios al GCBA. La promoción de las bicicletas como vehículo sustentable representó la oportunidad para desplegar políticas públicas en la materia y mantener un contacto directo con los ciudadanos, proponiéndoles un cambio saludable. No obstante, se observa que las medidas fueron orientadas preferentemente a un público joven, de clase media/ media alta y no al conjunto de la población, como recurso para instalar un verdadero cambio cultural vinculado al uso de la bicicleta.

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Esta tendencia se acentuó durante la pandemia de Covid-19, registrándose un incremento de usuarios de bicicletas. En este contexto, se realizaron algunas reformas en el sistema de bicicletas públicas, que ya se venían llevando adelante. Estas ponen en cuestionamiento la política pública, ya que recientemente se ha decidido que las bicicletas públicas sean pagas durante los fines de semana.

En definitiva: ¿se trata de políticas públicas de fomento a la movilidad sustentable que acrecientan desigualdades y privilegian áreas? ¿O bien estamos ante políticas públicas que incluyen, que ayudan a construir una cultura sustentable, que modifican la morfología urbana en pos de hacerla más sustentable? Estos interrogantes aparecen y ayudan a comprender la dimensión política y de gestión que existe detrás de la movilidad sostenible y, en particular, del uso cada vez más extendido de la bicicleta.

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En pleno escenario pandémico creemos que apostar a un transporte público alternativo al tradicional, no sólo favorecerá la eliminación de focos de contagio, sino que contribuye enormemente a reducir la huella de carbono y la emisión de gases de efecto invernadero.

La salud del planeta nos lo agradecerá. Y la propia también.