Todos los lápices en la cartuchera están ordenados por color y tamaño: sabemos que tenemos un hijo/a UNO. Es el que cuando algo está “fuera de lugar” se enoja; se pone colorado, mira con cara de pocos amigos. También es el tenaz y tiene el temple para afrontar desafíos. Ese minucioso en la elección de sus amigos, pero retribuye con la misma moneda. Como adultos debemos ayudarlos a ser menos autoexigentes y a evitar la frustración.

Aparece en casa con un pajarito lastimado con un gatito con hambre: sí, es un hijo DOS. El otro está en el centro de su vida; sobre todo, su necesidad. Siempre tiene amigos/as en situaciones difíciles a quienes ayuda sin dudarlo y dando lo mejor de sí. Es el hijo/a al que hay que observar de cerca, porque no tiene reclamos.

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«Me saqué un 10, gané la carrera de los 100 metros». En casa, ¡tenemos un TRES! Antes de salir de casa, pasa por el espejo para ver que no se haya corrido el peinado. Comunica éxito; por ello, es importante estar atentos: tiende a esconder sus emociones. Mientras que el DOS "no las registra", el TRES "las esconde". En ambos casos, como adultos, debemos estar atentos a ellos.

Baila, canta, llora: éste niño/a es un CUATRO. Es un alma sensible y todas las artes serán una herramienta para comunicar su mundo interior. A veces, habita su mundo interior en modo excesivo y hay que recordarle que tiene que hacer la tarea, que es hora de comer… Desea estar con otros niños/as, pero se siente distinto y teme el rechazo. Ayudarlos a encontrar un espacio donde expresarse y sentirse aceptado es muy importante para el desarrollo de su confianza.

¿Qué quieres para tu cumpleaños? ¡Un libro! Esta respuesta inusual nos dice que estamos frente a un CINCO. Es un curioso/a, todo lo atrae y desea conocerlo. En la escuela, es quien hace miles de preguntas para placer/desesperación de los docentes. Entre salir con amigos y quedarse en casa, elige la segunda opción. Como adultos, es bueno estimularlos a salir, a ensuciarse jugando con otros/as.

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«¿Y si me caigo y me lastimo?» «¡Ya me lavé los dientes!» El hijo/a SEIS respeta todas las reglas, basta con decir las cosas una sola vez. Tiene todas las tareas al día y nos recuerda que debemos “comprar la cartulina para la semana que viene”. Las normas y el temor rigen mucho de su accionar y, como adultos, es bueno que los estimulemos a animarse y brindarles seguridad. Son excelentes amigos, y toda actividad grupal los entusiasma.

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«¿Podemos ir de vacaciones a la luna?» Siempre haciéndonos reír con sus cosas. El SIETE es alegre, juguetón, fantasioso. Tiene muchos amigos y el recreo es la mejor hora. Cuando olvida hacer la tarea tiene unas explicaciones muy ocurrentes. Como adultos, es fácil dejarnos llevar por su energía alegre, pero debemos tomarnos el tiempo para ayudarlo a ver que la vida no es todo juego.

Son el capitán/a del equipo, el/la líder del grupo de amigos/as y defensor/a del más pequeño/a. Sin duda, un OCHO. Si dos niños/as discuten, inmediatamente interviene y busca ‘hacer justicia’; en general, en defensa del más débil. A veces, puede llegar a la pelea física. Por eso, como adultos, es bueno ayudarlos a aprender a controlar la visceralidad que los rige.

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«¡No se peleen más! ¿No pueden tener un poco de razón cada uno?» «Mami, no me puedo ir a bañar; todavía no jugué conmigo.» Estamos en presencia de un niño/a NUEVE. Busca su espacio, en su cuarto o bajo el mantel de la mesa. Un lugar sereno para sí mismo/a. Le gusta tener amigos, pero tranquilos. Como adultos nos demandan llevarlos al hacer. Buscarle el programa, las actividades.

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En el intercambio permanente de regalos que es la vida, cada niño/a nos estimula a desarrollar una parte de nosotros y, a su vez, nosotros los invitamos a desarrollar las partes que no les son inmediatas.